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En el mundo alucinante de las relaciones biológicas, hay cosas que te dejan el cerebro haciendo espirales. Hoy os quiero hablar de un grupo de plantas que directamente han decidido salirse del manual: el género Monotropa. Y no, no es broma. Estas plantas han dicho “paso de la fotosíntesis” y han montado su propio sistema para sobrevivir en la sombra… literalmente.

Un género fuera de lo común

Cuando ves una planta del género Monotropa por primera vez, te quedas con cara de “¿pero esto qué es?”. Y es normal. No tiene clorofila, no es verde y no hace fotosíntesis como las plantas «normales». En vez de eso, estas joyitas viven conectadas a hongos micorrízicos, que a su vez están enchufados a las raíces de árboles cercanos. O sea, una red subterránea donde el hongo le saca jugo al árbol… y Monotropa le saca jugo al hongo. Un juego a tres bandas de esos que te explotan la cabeza.

Aunque no le está haciendo daño directo al árbol, técnicamente Monotropa está parasitando al hongo. Y a este tipo de estrategia se la llama micotrofia. Es como si en vez de trabajar tú, vivieras de alguien que vive de otro… y aún así formas parte de un ecosistema en equilibrio. Flipante, ¿no?

Monotropa uniflora, La planta fantasma

Dentro de este grupo tenemos una estrella absoluta: Monotropa uniflora, también conocida como la planta fantasma (o “piña de sapo” en algunos lugares). Es completamente blanca, como si fuera una figurita de cera. No tiene ni una gota de clorofila, y eso le da ese aspecto tan fantasmal que parece sacado de una peli de Tim Burton en plena micorriza.

Crece en racimos, con unas florecillas en forma de campana que cuelgan como si fueran farolillos tristes del bosque. Pero ojo, que aunque parezca delicada, esta planta es una superviviente nata: puede vivir en sitios donde la mayoría de las plantas ni se lo plantearían, todo gracias a su forma tan peculiar de alimentarse.

El misterio de la vida en la oscuridad

Lo que me parece más brutal de Monotropa es cómo desafía esa idea básica que tenemos desde el cole: “las plantas necesitan luz para vivir”. Pues esta no. Vive en la sombra biológica, alimentándose de lo que otros ya procesaron. Es como si fuera una vampira vegetal: no sale al sol, no produce nada por sí misma, pero ahí está, tan pancha, sobreviviendo en bosques donde casi no entra la luz.

Gracias a su rollo parásito, puede crecer en suelos pobres, oscuros, y aún así estar perfectamente. Es otra prueba más de que en el reino vegetal hay estrategias de supervivencia que ni imaginábamos. Principalmente parasita a hongos del género Russula. Cuando piensas que ya lo has visto todo, ¡zas! aparece Monotropa y te desmonta todo lo que dabas por sentado.

La importancia ecológica de Monotropa

Vale, puede que te preguntes: “¿y esto para qué sirve?”. Pues aunque parezca que vive del cuento, Monotropa forma parte de esa inmensa red subterránea que une hongos, árboles y plantas. Su existencia nos da pistas sobre cómo han evolucionado las relaciones simbióticas, y cómo algunos vegetales han sido capaces de adaptarse a ambientes súper extremos.

Estudiar a estas plantas puede ayudarnos a entender mejor los equilibrios en los bosques, la evolución de la simbiosis… y a flipar un poco más con la naturaleza, que nunca deja de sorprendernos.

Monotropa es una de esas cosas que nos hacen amar más el Reino Fungi y sus relaciones con otros organismos. Es un ejemplo brutal de cómo la vida se abre camino, incluso en los lugares más sombríos y con estrategias que parecen de ciencia ficción. La próxima vez que estés en un bosque y veas una florecilla blanca que parece de otro mundo… ¡ojo! Puede que estés frente a una planta que decidió vivir a su manera. Y eso, amigxs, ya merece nuestra admiración.

Por M. Inés Flores & Javi Merino
lamicoteca.com

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